Función objetivo y criterio interpretativo
En el ámbito de las matemáticas, la función objetivo es aquella que se optimiza, ya sea maximizando o minimizando su resultado de acuerdo con ciertas condiciones. Dicho de un modo más sencillo, la opción más fácil entre las múltiples y plausibles.
Si lo trasladamos a nuestra labor como directores y directoras se trataría de extraer de todas las posibilidades posibles, de la combinatoria de factores, del cruce de coordenadas entre dinámica y agógica, afinación natural y temperada, factor de empaste y articulación, etc. la óptima opción para un ulterior impacto emocional tanto en los músicos como en el público. Matemáticamente hablaríamos de permutaciones, en música de múltiples sensaciones de las que una es la mejor.
La búsqueda de una interpretación significativa es la Arcadia de todo director o directora de Banda. Nuestra labor no es otra que compartir nuestro criterio interpretativo sustanciado en un argumento loable y unos contornos lógicos tanto desde el punto de vista de la ejecución instrumental como del emocional. El primero alude directamente al compromiso personal que el músico tiene para dar lo mejor de sí mismo. El segundo depende de nuestra capacidad comunicativa para, si no convencer, justificar el porqué de la elección entre todas las posibilidades.
Nuestra educación sentimental a través de la música es fundamental así como la transmisión que de esta hagamos a los músicos que bajo nuestra batuta comulgan con la música que les proponemos. Es habitual que el director o directora viaje hacia un lugar secreto de sus propias emociones, esto es, que se aleje tanto de la partitura como de los músicos. Como intérpretes nuestro reto no es alcanzar un estado egoico de emoción sino de sustraer de la partitura aquello que el compositor o compositora tradujo en forma de signos legibles más allá de su tiempo presente. Acercarnos, dado que nunca llegaremos a un conocimiento profundo de la persona, a su entorno psico-socio-económico, hacer un estudio comparativo de su obra, relacionarla con sus lecturas, contrastar con su entorno (si el compositor o compositora son actuales y son accesibles)… todo ello configurará el aludido criterio interpretativo que se erigirá por la ocurrencia basada en la opinión y el gusto personal.
Los directores y directoras, como cualquier otro intérprete, no somos meros traductores ni tampoco nos podemos permitir enarbolar una idea subjetiva del arte sonoro. Somos, acaso, los responsables de rescatar, desvelar y, sobre todo, resucitar las eventuales emociones que alguien por encima de nuestra voluntad, de nuestro capricho y de nuestro ego. La verdadera función objetivo reside en el conocimiento profundo de la partitura y sus contornos. Solo así podemos alcanzar la verdadera emoción.
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